Del cuerpo a la cámara: El Taller de Samuel González
Publicada el 18-11-2024
El taller “Acción frente a la cámara” finiquitó con broche de oro las jornadas prácticas del 13 Festival de Cine Ojo de Pescado en el Parque Cultural de Valparaíso.
Una suave electrónica envolvió a los “Jóvenes cineastas” Ojo de Pescado quienes asistieron al taller impartido por el actor nacional Samuel González, gestor y líder de la iniciativa “Cinescolar”.
Eder Torres, Camilo Jara, Antonella Vicencio, Inti Deus Guerra, Diego Pino, Nara Martinez, Franca Brindisi, Abbruzzese Pilar Milena, Morena Belizan, Santiago Lizana, Catalina Osorio: todos ellos están sentados en círculo.
Samuel insta al diálogo. Cuenta sus historias. Cómo él se conecta con sus emociones para actuar. Cómo aborda la timidez, la inseguridad, el drama, la vida.
“A veces también me siento inseguro, sobre todo con actores que tienen más experiencia que yo. Pero ensayo. Y me la creo, uso herramientas, estas que compartiré con ustedes”, dice a los chicos.
La idea hoy es dirigir las emociones de la actuación, especialmente porque varios entre los asistentes participaron en la competencia Jóvenes Cineastas.
Samuel González va desde las ideas al cuerpo.
Pasa por las historias. Por la experiencia.
“Un día mi padre me llamó para decirme que mi madre había tenido un accidente y que no se sabía si estaba viva o no. Ese día, en vez de ponerme a llorar o a gritar (que es lo que se supone que uno hace cuando tiene miedo) lo que hizo mi cuerpo es empezar a tiritar a moverse extrañamente”, contó.
Por lo que la tesis que propone, es que para actuar (o dirigir a un actor) hay que explorar las diversas emociones del ser humano y allí las reacciones son infinitas. Que no hay que
Silencio. Chicos van por agua. Vuelven.
Los jóvenes se estiran, desde sus dedos hasta terminar girando por el suelo en un círculo. Activar el cuerpo es la clave para llegar a las emociones.
La sala del Parque Cultural de Valparaíso se convierte en un espacio que desde las posiciones corporales y las expresiones verbales pueden llevarnos de la tristeza a la rabia y también a la alegría.
Para la rabia, por ejemplo, el círculo donde ejercitan, el tallerista los hace imaginar un hoyo negro donde gritar, botar todo, al punto de rebotar por el ex edificio penitenciario. Para la alegría se repiten las sílabas de la risa y las vocales.
Esta nueva herramienta para abordar la dirección consiguieron estos jóvenes, que viajarán de vuelta a sus hogares, con una experiencia más en la construcción de sus vidas.