“Un viaje por el cine”, la primera película hecha por estudiantes autistas
Publicada el 26-08-2019
Conoce el proceso y los resultados del cortometraje realizado en uno de los talleres de cine que Ojo de Pescado impartió en el Centro Educativo Aspaut Viña del Mar y que constituye la primera experiencia de este tipo en Chile.
En Valparaíso, la brisa matinal de invierno se mezcla con las sonrisas de cientos de niños, niñas y jóvenes que acuden a ver cine para cambiar el mundo en la octava versión del Festival Internacional de Cine Ojo de Pescado.
Durante una semana miles de asistentes disfrutan en pantalla grande de la más reciente producción cinematográfica internacional. Se trata de un cine poco visto. El que no hace parte de salas comerciales. Así que el interés es grande. Especialmente de parte de establecimientos educacionales que ven en el cine una herramienta pedagógica cautivante.
Son casi las diez de la mañana y la sala del Centro de Extensión DuocUC está repleta. En la programación se consigna un estreno sorprendente.
En las paredes del pasillo central de acceso, es posible ver señalética con pictogramas que van guiando con imágenes de manera amable y didáctica hacia las butacas de la sala principal. Las luces han sido reguladas en intensidad, así como el volumen del audio de los filmes que se proyectarán.
Es una función distendida, como le suelen llamar en la cultura y las artes, integrada como se les llama desde la pedagogía, o una función responsable con la neurodiversidad como se les denomina en otras latitudes.
Y es que uno de los cortometrajes que se estrenará tiene como realizadores a estudiantes del Centro Educativo Aspaut de la Corporación Educacional Aspaut de Viña del Mar.
Proyecto inédito
“Un viaje por el cine”, es el primer proyecto cinematográfico hecho íntegramente por estudiantes en condición de espectro del autismo. Y es el resultado de un taller de cine que fue impartido en esa comunidad educativa, en el proceso de talleres 2019 de Ojo de Pescado.
La directora del certamen cinematográfico, Alejandra Fritis, anuncia el anhelado estreno, e invita a los realizadores a recibir el aplauso de la audiencia y a explicar el cortometraje que se proyectará. La sala está repleta.
Cristian, Maximiliano, Ignacio, Braulio, Sebastián, Alonso, Sara, Marcelo, José, Benicio, Diego, Felipe, Sebastián y Gabriel suben al escenario.
Cristian toma el micrófono y señala, “estamos muy contentos y orgullosos porque la película que hicimos y que ahora ustedes van a ver, está genial y muy buena”.
La proyección es un éxito. La sala ovaciona el cortometraje.
“Demasiada emoción”
Las profesoras y mamás que acompañan a los estudiantes de Aspaut no logran contener las lágrimas. “Hace años que no podíamos venir a una sala de cine, estar acá y además que los chiquillos sean protagonistas y autores de un cortometraje, es una maravilla”, comenta una.
Es primera vez en Chile que estudiantes con autismo realizan una pieza cinematográfica completamente hecha por ellos.
“Es demasiada la emoción, es tan impresionante ver a los chiquillos con tan buen desempeño e incluso preocupados y con empatía en relación a otros niños con los que compartieron en la sala”, señala Angela Aguilar, jefa de UTP de Centro Educativo Aspaut.
“La empatía que incluso tuvieron en calmar a otros niños que estaban ansiosos por tiempos de espera. Eso es impresionante, porque desde el autismo muchas veces se tiene la idea preconcebida que se poseen pocas herramientas de flexibilidad y de empatía, pero acá justo quedó demostrado lo contrario”,
Instancia integral
Todo este inédito proceso partió hace casi un año, cuando el equipo pedagógico y de atención multidisciplinaria de Centro Educativo Aspaut junto a equipo de talleristas de Corporación Ojo de Pescado, iniciaron un meticuloso trabajo de adecuación metodológica, para hacer del taller de cine una instancia integral de aprendizaje, que se incorporara de manera eficiente en aula con niños en condición de autismo.
Se definió con qué elementos arrancar el taller, en qué tiempos, e incluso se definió implementar una etapa previa de acercamiento en que los talleristas construyeron vínculos para que su presencia en aula fuese significativa desde lo emocional.
Viviana González Villarroel, directora de Centro Educativo Aspaut de Viña del Mar, precisa, “es primera vez que en los más de veinte años de nuestra escuela se da esta iniciativa, en que niños y jóvenes en espectro del autismo han podido crear y comunicar desde un ámbito en que nunca antes habíamos incursionado”.
“La posibilidad de participar, independiente de las características de comunicación que ellos presentan, nos permitió comprobar que pueden acceder a cualquier desafío con un buen acompañamiento”, agrega.
Estudiantes neurodiversos
Una visión que comparte la directora del Festival Ojo de Pescado. “Esto que vivimos hoy es un ejemplo de que si se puede, y que deben ser consideradas escuelas con estudiantes neurodiversos para generar igualdad de acceso a las artes, a la expresión de la opinión y al derecho a expresar su forma de ver el mundo”, argumenta.
“A veces, niños en espectro del autismo son discriminados por sus sensibilidades, por lo que son capaces de enseñarnos y de decirnos sobre ellos mismos y sobre la humanidad. Hoy nos damos cuenta que tenemos mucho que aprender de ellos. Se trata de personas sensibles, dedicadas, muy observadoras, y discriminar eso es un síntoma de lo enferma y reprimida que está la sociedad auto normada”.
En definitiva, un desafío permanente, como explica Gabriela Verdugo Weinberger, presidenta de Corporación Educacional ASPAUT de Viña del Mar y apoderada del Centro Educativo Aspaut.
“Trabajamos con el convencimiento que si como sociedad generamos adecuaciones en respeto y consideración hacia la neurodiversidad, las posibilidades de desarrollo de talentos de personas en condición de espectro del autismo se disparan de manera increíble”, opina.
“Toda acción en este sentido que hemos impulsado ha superado nuestras expectativas. En este caso nuestros estudiantes realizaron de manera íntegra una pieza cinematográfica. Además hemos desarrollado talleres de fotografía con resultados artísticos fantásticos. Y ahora estamos incursionando en el diseño donde también afloran grandes habilidades”, indica Gabriela.
Gran éxito
Con las adecuaciones en marcha, el taller de cine fue un éxito de principio a fin.
Rocío Espinoza, educadora del curso que participó en el taller nos explica que como se definió usar técnicas mixtas como stop motion, “comenzaron con el trabajo de dibujo, plasticina, con herramientas que nuestros estudiantes ya conocían, también todo se hizo como en tiempos ajustados para ellos, entonces no habían un momento para que se aburrieran”.
“Eso aumentó el interés y así fueron conociendo lo que eran las cámaras, las fotos, sacando fotografías, distintos métodos de trabajo para ir construyendo una película. A los chiquillos les fascinó mucho, porque veían que podían hacer y tenían resultados de inmediato”.
Rocío sonríe al recordar que “cuando les anticipamos que se haría un taller de cine, el curso entero pensó que iban ser famosos de inmediato, que iban aparecer en una alfombra roja, iban a saludar a todo el mundo, y eso los motivó”.
Flamantes realizadores
Ya concluido el estreno, hablan los flamantes realizadores del cortometraje.
“Me llamo Vicente Miranda, me gustó utilizar el micrófono y las cámaras. Me gustaría hacer películas de colegios, de animales y de fábulas. Y quiero decir que los quiero mucho a todos”.
“Soy Felipe Oyarzún Ábalos. Me gustó mucho cuando decían, luz, cámara y acción. Y me gustó grabar con la cámara. Y me gustó Ojo de Pescado, porque ellos (los talleristas) también hacían Ojos de Pescados cuando eran más pequeños”.
“Yo soy Ignacio. Me gustó hacer fotos con todos y grabar videos. Me gustó que Carolina y Arturo (los talleristas), eran diferentes a todos, los recuerdo muy bien”.
¿Le gustaría repetir la experiencia del taller?
“Depende”, contesta.
La respuesta de Ignacio es acertada. Quizás más de lo que se imagina.
La explicación científica
En un país en que no existe política pública en torno al autismo, en que no se cuenta con catastro intersectorial a nivel nacional, el “depende” de Ignacio se vuelve cruda realidad, porque nos lleva a la imperiosa necesidad de garantizar espacios en que se den condiciones óptimas y adecuadas para permitir que “nadie quede atrás”, como se señala en los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030 de Naciones Unidas, suscrita por Chile.
Pablo Moya, doctor en Ciencias Biomédicas, director del Programa de Magister en Ciencias Biológicas de la Universidad de Valparaíso e investigador del Centro Interdisciplinario de Neurociencia CINV de la Universidad de Valparaíso, explica que “de acuerdo al DSM-V, los trastornos del espectro autista (TEA) están caracterizados por ‘deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social en distintos contextos’.
Las alteraciones que conllevan estos trastornos implican serios deterioros en la capacidad de relacionarse, adaptarse e interactuar socialmente, así como en el desarrollo cognitivo.
Las investigaciones de Moya abordan entre otras materias, la genética psiquiátrica y del comportamiento. Y resulta clave conocer su opinión experta, para comprender qué ocurre a nivel cerebral en estudiantes en condición de espectro del autismo, tras haber vivido una experiencia de aprendizaje en un taller de cine.
“En particular, lo que más destaco de este taller es el énfasis en el entrenamiento de las funciones ejecutivas que ayudan a desarrollar las habilidades para aprender. Aquí se incluye la toma de decisiones, la planificación, la memoria de trabajo, la atención y la flexibilidad cognitiva. Estas son consideradas las funciones cerebrales superiores”, explica.
“En general, los niños con autismo tienen una forma cualitativamente distinta de organizar estas funciones, por lo que no prestan atención, tienen dificultades para empezar o terminar una actividad, o transitar de una actividad a otra”, dice.
“Gracias a este taller, los niños han entrenado sus funciones ejecutivas: desarrollar la memoria con actividades para recordar visualmente o auditivamente secuencias, reproducir de memoria secuencias; desarrollar la planificación diaria: lista de ‘cosas que hacer’ sin tiempo, y que priorizan entre las actividades; trabajar la flexibilidad, alterar la secuencia de rutinas a la que están acostumbrados, y ayudarlos a encontrar una solución; aumentar la flexibilidad en la resolución de problemas; aumentar la flexibilidad en el lenguaje”.
Moya enfatiza, “al momento de nacer, el cerebro humano aún está formación -su madurez completa recién llega alrededor de los 20 años- y muchos circuitos cerebrales se van moldeando y modificando a lo largo del desarrollo, de acuerdo con las interacciones a las que el niño ha estado sometido”.
“Hoy sabemos que el cerebro humano puede cambiar a través de las relaciones con el medio ambiente, incluidas relaciones sociales, y que esta experiencia puede contrarrestar la predisposición genética y que nuevas experiencias logran también neutralizar experiencias pasadas creando nuevos circuitos neurales”, asegura.
“En este sentido, la relación de la epigenética con el neurodesarrollo es muy fuerte. Los fenómenos que comprometen los distintos procesos epigenéticos han demostrado también tener importancia en la génesis de los trastornos del neurodesarrollo. Importantemente, las alteraciones del mecanismo epigenético pueden ser reversibles, lo que podría explicar la variación del fenotipo autista a lo largo del tiempo.”
Agrega que la epigenética se refiere a cambios en la función de los genes que no se deben a modificaciones en la secuencia de ADN, que pueden ser reversibles, y que además pueden transmitirse a la descendencia.
Y detalla, “actualmente, existe un gran énfasis en la necesidad de detectar TEA tempranamente y realizar intervenciones especializadas. Esto está basado en la neuroplasticidad, en la capacidad que posee el cerebro en desarrollo de modificar su funcionamiento en base a la experiencia. De este modo, desarrollar experiencias relacionales diseñadas para elevar la atención social, la comunicación y el compromiso afectivo de los niños con TEA puede ir modificando secundariamente el desarrollo del cerebro, y por ende su funcionamiento”
“Este taller de cine realza la importancia de las intervenciones en TEA, porque facilitan el desarrollo de muchas habilidades entre las que se encuentran las habilidades sociales tan necesarias para modelar comportamientos y respuestas emocionales que enriquecen la vida cognitiva de los niños. Hay que enfatizar que cuanto antes se inicie este tipo de entrenamiento, más beneficios reportará, ya que es gracias a la neuroplasticidad que estos estímulos o ejercicios externos modulan los procesos subyacentes a las Funciones Ejecutivas, creando nuevas conexiones cerebrales que mejoran así nuestro desempeño cotidiano”, afirma.
Neurodiversidad
La conclusión desde la neurociencia es clara y sorprendente. Con esta evidencia a la mano es imperioso poner en el debate nacional de la calidad de la educación, el alcanzar objetivos que consideren activamente a la neurodiversidad.
La directora de Centro Educativo Aspaut de Viña del Mar, reflexiona al respecto que “el ámbito de las artes y de la cultura no son ámbitos que usualmente exploremos con nuestros alumnos, porque nos abocamos más bien a necesidades básicas de autoregulación y autonomía”.
“Sin embargo, las posibilidades de comunicación que se han dado a través del taller de cine, nos han abierto un nuevo mundo de posibilidades. Nuestros estudiantes se han sentido felices con este taller, más aun al poder observar su creación cinematográfica, en un producto real y concreto: un cortometraje que es resultado de algo creado por ellos mismos”, subraya.
“Además para las familias ha sido un hallazgo evidenciar que existen posibilidades expresivas. La creación, la capacidad de idear una trama, de comunicar emociones y sentimientos, ha agregado una herramienta más a las que hemos tratado de desarrollar con nuestros estudiantes. Ahora ellos pueden comunicar, a través de una actividad de arte, a través del cine”.
“Estamos recién incursionando y queremos seguir aprendiendo y trabajando para desarollar todas las potencialidades que nuestros estudiantes tienen. El cine se ha abierto como una experiencia increíble para toda nuestra comunidad educativa”, explica.
La meta ahora es lograr que al menos una vez al año se pueda ejecutar un taller de cine en Centro Educativo Aspaut. Para eso la comunidad educativa desde su Corporación Educacional está centrada en buscar recursos que permitan finaciar en el largo plazo esta inciativa.
La presidenta de Corporación Educacional Aspaut finalmente indica, “no podemos pretender como sociedad que las personas neurodiversas maquillen sus condiciones y pasen ‘desapercibidas’ en los ambientes ‘normotípicos’”.
“Tenemos certeza que las personas en condición de espectro del autismo poseen una mirada de mundo distinta e imprescindible al momento de pensar en los aportes de pensamiento, ideas y argumentos, que son vitales cuando debemos nutrir los grandes temas y debates de toda sociedad”, destaca.
“En Chile tenemos que comprender y llevar a la práctica que es responsabilidad de todos como sociedad, desde lo público y lo privado el proporcionar acompañamientos óptimos a personas en condición de autismo para que accedan al derecho de poder desarrollar al máximo sus potencialidades”.
Hora de diplomas
Concluye la función. Cristian, Maximiliano, Ignacio, Braulio, Sebastián, Alonso, Sara, Marcelo, José, Benicio, Diego, Felipe, Sebastián y Gabriel suben al escenario nuevamente, esta vez para recibir diplomas por su realización cinematográfica.
La sala repleta una vez más los ovaciona.
Los cientos de niños y niñas asistentes aplauden con alegría, integración, inclusión, respeto, apreciando y valorando la diferencia. La necesaria diferencia. Cine y autismo a todas luces han enseñado sobre empatía, aprendizajes y neurodiversidad en esta jornada, diciendo en la proyección que una nueva forma de educar sí es posible.